UNA BREVE HISTORIA DEL TACÓN


Seguro que en tu zapatero tienes por lo menos un par de zapatos de tacón, stilettos o botines pero… ¿Te has preguntado alguna vez sobre el origen del tacón? Apostamos que lo que vas a leer no te lo ibas a esperar. Prometido. 

Resulta que su origen se remonta al pueblo Hatti, un imperio que data del siglo XII a. C. y ubicado en la península de Anatolia. Fue uno de los grandes imperios de Oriente Próximo, junto con Babilonia, Egipto y Asiria. Tanto historiadores como arqueólogos ponen a este pueblo como el pionero en taladrar grandes tachuelas de hierro en patrones de cuero para confeccionar suelas de zapato y tacones. 

 

Si esto no te lo esperabas imagina lo siguiente. En nuestra sociedad relacionamos el tacón con moda y atributos femeninos, cuando en realidad fueron los hombres en calzarlos por primera vez. Qué locura, ¿verdad? 

¿Qué les llevó a calzar esos 7cm de altura? Pues bien, en la antigua Grecia, en la mismísima cuna del teatro, los actores hacían gala de unas plataformas de corcho adheridas a sandalias. A este recurso tan excéntrico lo llamaron “Kothorni”, podían medir hasta 8cm y eran un recurso narrativo; cuánta más estatura adquiría un actor mayor era el poder de su personaje en la obra. 

Pero los “Kothorni” fueron herederos de un calzado muy parecido que ya se usaba en Egipto por parte de carniceros. Mientras que en Grecia se llevaban para aumentar la presencia teatral, en Egipto eran utilizados para que los trabajadores no se mancharan mientras limpiaban la carne. No obstante, en el antiguo Egipto se representaban tanto a hombres como a mujeres calzando tacones. 

En Grecia, en cambio, la sociedad llegó a ser más opresora con la mujer, ya que sólo había actores masculinos representando en las funciones teatrales, incluso al interpretar papeles femeninos. Generalmente, dichos papeles carecían del estatus social imprescindible para calzar tacones o hacer gala de la oratoria tan característica en la Antigua Grecia. Las mujeres, por ejemplo, tenían vetada la palabra en el Ágora, eliminando su representación política y social. Algo que se trasladó a los ensayos filosóficos.

En Extremo Oriente, sin embargo, el zapato de tacón surgió hacia el siglo VII a. C., y cuenta la leyenda que el príncipe Chong'er, de la región de Jin, tenía como vasallo a un aristócrata, poeta y compositor llamado Jie Zhitui, quien le ayudó innumerables veces con asuntos políticos de la corte llegando incluso a seguirlo al exilio.  Cuando Jie comprobó el despotismo del príncipe, decidió escapar con su madre a las montañas, donde fue ermitaño durante muchos años. 

Un fatídico día, los soldados del príncipe quemaron los bosques adyacentes al refugio de Jie y su madre para obligarlos a salir de su escondite. Según cuentan las gestas, Jie falleció quemado y abrazado a un árbol, por lo que el príncipe, preso de mucho pesar, supuestamente ordenó confeccionar un par de zapatos de madera en honor de su vasallo y maestro. 

A estos zuecos de madera se los conoce como “Geta”, se tardó muy poco en expandir su uso debido a las múltiples invasiones del coloso oriental hacia el Sudeste. Los Geta se siguen fabricando hoy día para acompañar a Kimonos, Yukatas y todo tipo de vestimenta tradicional en China, Corea y Japón. También son el precedente de la conocida chancleta por su amarre pensado para colocarse y quitarse de forma fácil y rápida, ya que en las casas orientales no se permite el uso de zapatos. 

Además, su doble tacón de madera impermeable evolucionó en múltiples formas de plataforma y alturas distintas. Se llegaron a usar por las Geishas, aunque hoy en día el Okobo, un zapato que derivó del Geta, suele usarse más por las Maiko, Geishas en formación. En cualquier caso, tanto los Geta como los Okobo y todos los zuecos de madera orientales tenían como objetivo circular por terrenos embarrados y proteger los pies de la lluvia. 

Curiosamente, los Okobo se parecen mucho a otro calzado occidental, los “Chopines”. Un zapato acordonado con una gran plataforma que se popularizó durante el renacimiento en Venecia. El renacimiento fue una época de esplendor, pero el tacón como tal se volvió a usar un par de siglos antes, durante la Edad Media. Fue con la llegada de calles embarradas y el uso de monturas, ya que las personas se vieron en la necesidad de anclar el pie a los estribos cuando montaban a caballo y de no ensuciarse los pantalones al bajar de ellas o circular por las incipientes ciudades de Europa. 

Así que el primer calzado occidental en adquirir tacón fue precisamente ¡la bota equina! 

Pero ¿cuándo comenzaron a invertirse los roles? ¿Cuándo se popularizó el zapato de tacón como lo conocemos hoy en día? Cómo no, ambas respuestas las encontramos en un evento social. Fue en la boda de  Enrique II de Francia y Catalina de Médici el 28 de octubre de 1533 en Marsella. Ella calzó unos zapatos de tacón ya que era de muy baja estatura y necesitaba acercarse a la altura de su marido durante la ceremonia. Encargó su manufactura alegando que en Venecia ya había visto cómo se usaban los “Chopines” entre la aristocracia y ¡las trabajadoras de los burdeles!

Los “Chopines” podían llegar a alcanzar los 50cm de altura. Fueron tan altos que su medida empezó a ser regulada por ley para evitar accidentes. Generalmente eran llevados por prostitutas para aumentar su altura, aunque necesitaran ayuda al bajar de las góndolas. Los aristócratas también los llevaban, llegando a ser vistos por Shakespeare, quien se llegó a burlar de dicha moda en Hamlet. Sea como fuere, los “Chopines” provocaban unos ademanes muy cómicos entre quienes los calzaban.

A partir de entonces, la nobleza de varios países europeos popularizó esos 7cm de tacón en sus preciosos y ricos zapatos. Los zapatos de tacón rojo de Luis XIV fueron todo un furor en Versalles. Sólo la gente de alta cuna podía calzar dichos tacones, lo que provocó que se vieran como signo de opulencia durante la revolución francesa, llegando a prohibirse su uso. 

También existía una versión española del zapato de tacón, que ostentaba un revestimiento de metal alrededor de la suela, o directamente tenía un soporte circular y metálico que alejaba el zapato de todo barro y suciedad. Más adelante se empezaron a usar los zapatos de tacón para el baile, siendo el flamenco una de las pocas artes escénicas que conserva el tacón también para los hombres. 

¿Y de dónde salió el Stiletto? Sorprendentemente, su invención se le atribuye a un diseñador italiano llamado Giacomo Pirandelli, barón de Styletto. En 1760 confeccionó un calzado con un vástago, el tacón de aguja, muy necesario para la actividad ecuestre como soporte para las espuelas.

Durante el siglo XIX el zapato de tacón resurgió como símbolo erótico y empoderamiento femenino, volviendo a los pies tanto de mujeres trabajadoras como de amas de casa y traspasando todas las clases sociales. Hasta que en 1952 se reinventó el zapato de tacón, pasando a ser el elemento de moda que conocemos en nuestros días. Su rediseño de tacón y punta fina está inspirado en… ¡los rascacielos!

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