LA PRIMAVERA, LOS PIES ALTERA



Cada primavera, la misma incógnita. ¿Nos dejamos puestas las botas y los zapatos cerrados o comenzamos a calzarnos con zapato abierto? Poca importancia se le da a esta pregunta, que puede solucionar la vida de muchas víctimas de ampollas, rozaduras y vicisitudes podales varias. 


Lo cierto es que los podólogos recomiendan una transición progresiva del calzado más cálido y protector al más ligero. Así que ante los primeros rayos de la primavera es esencial que en vez de ponerte directamente unas sandalias revises primero tu zapatero. Es preferible acostumbrar nuestros pies a un calzado con menor agarre en el empeine y los tobillos, ya que la piel no es la única que sufre con el cambio de calzado; también lo hace la estructura de nuestros pies. 


Los profesionales aconsejan usar un calzado de transición intermedio; como las zapatillas deportivas, más aún después de haber estado más de un año pasando más tiempo del habitual en casa debido al teletrabajo, confinamiento preventivo y toques de queda. Tanto tiempo en el hogar con zapatillas acolchadas o alpargatas ha hecho que nuestros pies se mal acostumbren, más aún si hemos llevado zapatillas tipo zueco. 


¿Adivináis lo más importante a la hora de elegir zapatos para facilitar la transición? ¡La suela! Lo óptimo sería calzarse una suela de unos 3-4cm, ya que la amortiguación es esencial y nuestro talón y empeine no sufrirán tanto cuando se tengan que enfrentar a las sandalias unas semanas después. También es muy beneficioso para nuestra estructura ósea que la suela tenga un pequeño tacón diferenciando la parte delantera de nuestro talón. Así evitaremos lesiones serias como la fascitis plantar; una inflamación del tejido a la altura de la pisada del talón que cursa con dolor punzante. Suelen padecer esta dolencia deportistas que someten sus pies a un alto impacto; como corredores, pero también suele ser habitual al llevar un calzado poco apropiado para nuestros pies. 


Después de la suela, lo segundo más importante es el tejido de nuestro calzado. Es preferible que empecemos a elegir zapatillas no muy rígidas y que se adapten a nuestra pisada para que esta no se altere de la noche a la mañana. Deben ser tejidos ligeros, que refresquen el pie para evitar el exceso de sudoración. Huye lejos de tejidos plásticos; al no ser transpirables suelen acumular humedad y con ella bacterias que pueden causar infecciones, hongos y mal olor. 


Además de suela y tejido, debemos fijarnos en la horma para nuestro calzado de entretiempo. Que nuestras zapatillas se ajusten a nuestra medida no se consigue solo con saber nuestra talla de pie. La llegada del buen tiempo y la subida de las temperaturas hacen que nuestros pies se encuentren más hinchados. Suelen alcanzar mayor envergadura conforme avanza el día, así que es muy recomendable probarse el calzado al final del día. Además de este detalle, fíjate bien en cuál de tus pies es más ancho y más largo, este será el pie modelo con el que debas probarte todo calzado. Los expertos recomiendan que te pruebes el calzado en ambos pies si tienes tiempo, así escogerás un par que no te calce ni muy holgado ni muy apretado; algo básico para llevar a cabo la transición estacional de forma satisfactoria. 


Pero aún hay más. ¿Cuántas veces hemos lamentado no haber prestado atención a las costuras? Estas tienden a provocar rozaduras y heridas en la piel que podríamos haber evitado al comprar el calzado. Generalmente, los materiales naturales como el cuero y algodón y a poder ser sin ningún tipo de costura son lo ideal para evitar esos momentos amargos. 


Por último, es importante que prestemos especial atención a nuestra higiene podal. Debemos lavar nuestros pies a diario además de cambiar de calcetines cada 24h. Es importante que cuando los higienizamos los sequemos con una toalla y los mantengamos hidratados si hiciera falta. Además de esto, una visita al podólogo para revisar que no haya algún hongo morando en nuestras extremidades más preciadas sería lo ideal. Para los más osados, mantener nuestros pies libres de durezas hará que tengamos menos incidentes en la piel durante los meses más cálidos. 


Nada de presumir es sufrir, es preferible que apostemos por un calzado que se adapte a nuestros movimientos de pisada que por uno puramente estético. Debemos ser capaces de caminar sin nada que nos entorpezca, incluso durante el cambio estacional. Digamos que en el mundo del calzado el hecho de poder dar una pisada sin dolor y respetuosa con nuestras plantas es lo más vital. Es importante que nuestro calzado se adapte a nosotros y no al revés. Incluso al tener que adaptarnos al transcurrir de las estaciones. 


Ahora que conoces estos consejos te animamos a que los pongas en práctica. Una visita a nuestra tienda puede darte ideas para tu próximo calzado primaveral, ¿a qué esperas?