Hablar del patinaje es todo un viaje para nuestra mente y nuestros pies. Pero uno de esos viajes de descubrimiento y expansión. ¿Preparados?
¡Sorpresa! Los primeros patines datan de mucho antes del invento oficial, algo muy común en el mundo de la ingeniería y el diseño industrial. Los primeros indicios de su existencia datan de principios del siglo XVIII. Los conocidos patines sobre hielo, tanto las cuchillas que se ataban a la bota como las botas con la cuchilla incrustada en la suela, ya existían por aquél entonces. Y es que el patinaje sobre hielo es muchísimo más antiguo. Surgió como actividad puramente ociosa en Países Bajos, hacia el siglo XV. Más tarde se exportaron como deporte a Estados Unidos, ya entrado el siglo XVIII.
Pero al grano, ¿cómo surgieron los patines destinados a tierra firme? Un día, un ciudadano Holandés decidió que quería disfrutar de la misma sensación que le aportaba deslizarse a través del hielo que bañaba los ríos y lagos de los Países Bajos, pero sólo había un (gran) inconveniente; era verano. Así que se le ocurrió adaptar las botas; quitarles la aparatosa cuchilla y adornarlas con carretes de madera clavados a una tira del mismo material. Así nacieron los “Skeelers”; apodo que recibieron quienes siguieron la excentricidad de este ciudadano hoy en día desconocido.
Se le atribuye la invención oficial de los patines con ruedas a John Joseph Merlin, un luthier e inventor de autómatas belga afincado en Inglaterra que hacia 1760 tuvo una idea genial; adaptar el patinaje sobre hielo y llevarlo a la tierra firme. Para ello, fijó ruedas de metal sobre una placa de madera. Una vez inventó el proto-patín, se le ocurrió una excentricidad más.
A Joseph le encargaron tocar el violín, instrumento que conocía muy bien, en una fiesta de disfraces de la aristocracia. Él quiso realizar una entrada triunfal al escenario mientras tocaba. Os podéis imaginar lo sucedido. Joseph apareció en el escenario con sus flamantes botas sobre ruedas (no hay documentación suficiente que nos aclare si las ruedas fueron paralelas o en línea). El inconveniente del invento de Merlin fue no tener un sistema de frenado. Este detalle, junto con lo imposible que supone frenar con los brazos mientras tocaba el violín hicieron que el bueno de Merlin se estrellara contra un espejo del escenario. Murió a consecuencia de este accidente.
Pero lejos de achantar a la población, el patín supuso un curioso y atractivo objeto de deseo. Sobre todo después del ballet alemán Der Maler oder die Wintervergnügen (El pintor o los placeres invernales). Ya que sobre el escenario se debía representar una escena en la cuál los personajes se deslizaban con cuchillas sobre el hielo. Como traer hielo al escenario hubiera sido demasiado caro y aparatoso, la producción decidió utilizar el invento de Merlin. Fue tal el choque visual entre los asistentes que los patines comenzaron a ponerse de moda.
Tras otorgarse la primera patente del invento a Monsieur Petibledin en Francia, que presentó por primera vez el patín con freno y enganche de cuero para cualquier tipo de calzado, se le unieron diferentes inventores en una carrera por mejorar la iniciativa del estrellado Merlin.
El modelo de Petibledin se utilizó de formas aún más excéntricas que su antecesor Merlin. En 1840, en una cervecería berlinesa llamada Corse Halle, las camareras del lugar llevaban las comandas de sus clientes mientras se deslizaban sobre ruedas. Lo que fuera una decisión práctica en si misma, ya que las cervecerías alemanas son enormes, acabó siendo un reclamo publicitario tanto para Corse Halle como para el patinaje en general.
Uno de los nombres a destacar es el de James Leonard Plimpton, un inventor estadounidense que patentó lo que hoy día conocemos como “Roller Skates” en 1863. Es decir, los patines de cuatro ruedas paralelas. Esta versión del patín alcanzó mucha fama, ya que es la más segura de utilizar y permite al patinador cambiar la dirección de la zancada apoyando su peso en un lado u otro de sus pies. A Plimpton también se le ocurrió abrir las primeras pistas de patinaje cerradas en Nueva York, Rhode Island y Newport. Además de esto, fundó un club oficial para patinadores, incursionando a quién quisiera en esta nueva disciplina deportiva, estableciendo un código de conducta dentro de las pistas y organizando clases para mejorar la técnica.
Como ya se hiciera en Corse Halle unos años antes, en Estados Unidos comenzaron a usarse “Roller Skates” en los Diners por parte de sus camareras y camareros. Mientras, por todo el mundo se abrieron las primeras pistas descubiertas, que acabaron siendo un lugar de encuentro entre jóvenes entusiastas del patinaje.
Pero no sería hasta 1960, con la aparición de materiales plásticos, cuando los patines consiguieran dar un salto innovador. A partir de entonces, las ruedas con rodamientos de bolas pasaron a ser ruedas semblanzas de resinas o cauchos, que permiten mayor agarre, estabilidad y suspensión. ¡Se avecinaba el segundo gran auge del patín!
Y entonces llegaron los 70 y 80. La moda Disco hizo que el patinaje volviera un poco a sus orígenes, más ligados a la danza de aquél ballet del siglo XVIII. Las pistas cerradas de patinaje se convirtieron en discotecas e incluso el cine se hizo eco de esta moda. Pero ¿Y los patines en línea? Habían caído en desuso hasta que los hermanos Scott y Brennan Olson, jugadores de Hockey, se toparon con unos patines de línea antiguos. La intriga que llegó a despertarles hizo que se animaran a rediseñarlos con los nuevos materiales de los que hacían gala sus primos hermanos los “Roller Skates”.
Ahora que sabemos más sobre estos divertidos botines, nos entran el triple de ganas de utilizarlos. ¿Y vosotros? ¿Os animáis?
Si es así, tened en cuenta vuestros pies primero; ya que no todos los patines nos puedes venir bien. Es importante que vuestros pies estén a salvo de rozaduras, que la circulación pueda tener un buen retroceso venoso y que no os hagan daño al avanzar. Teniendo en cuenta esto, y el tipo de rodamientos que queráis, ya estáis listos para adquirir un par de patines destinados a haceros volar.
Permitidnos una última recomendación; llevad siempre calzado extra cómodo con vosotros mientras os lanzáis a la aventura. En nuestra tienda encontraréis una bonita selección de bailarinas que harán que vuestros pies descansen tras una larga sesión de patinaje. Además, ¡estaréis listas para cualquier tipo de encuentro!