Nos pasa a todos, nos ponemos unos zapatos nuevos para acompañar a nuestras mejores galas, salimos a la calle y en cuanto pisamos un suelo pulido: TOC, TOC, TOC. Las suelas de los zapatos nuevos, generalmente, suelen llevar una tapa de tacón hueco que resuena en nuestras sienes como si llevaramos nuestros más altos Stilettos.
Pero al margen de este contratiempo tan poco discreto, que se puede perfectamente arreglar con una visita rápida a nuestra zapateria de confianza, no podemos evitar pensar en el ritmo, en la musicalidad de un par de zapatos que repiquetean contra el suelo. ¿Os suenan a algo?
El Claqué es una disciplina de baile que tiene su origen en folclore del norte de Europa; concretamente en Irlanda, Escocia y el norte de Inglaterra. Aunque el zapato que usaban los bailarines de estos territorios también se puede observar como calzado en los trajes regionales de Países Bajos, Suiza y… ¡España! Especialmente en toda la cornisa del Cantábrico empezando por Galicia. ¿Y de qué zapato hablamos? ¡Del Zueco!
El conocido calzado de madera se usaba para proteger los pies de suelos inestables, pero también para no resbalar en suelo mojado, sobre todo en los molinos de algodón. Y es que existe la teoría de que el Claqué, o “Tap Dance” en inglés, originó de un hábito de los jornaleros del algodón de Lancashire, Inglaterra, durante los siglos XVII y XVII. Los empleados de los molinos solían golpear la suela de sus zuecos contra el suelo al ritmo de los telares en movimiento, generando una percusión muy característica que también servía para sacudir la humedad de sus extremidades.
Pero el Claqué tiene algo más, y es que este baile contemporáneo derivó del folclore, pero añadiendo pasos y movimientos propios de la cultura africana, en concreto de un baile practicado, casualidad, por jornaleros afroamericanos: La Juba. Este baile fue importado por esclavos del Congo a la ciudad de Charleston, Carolina del Sur.
En aquella época, año 1739, se prohibía terminantemente el uso de tambores o instrumentos de percusión por parte de los jornaleros afroamericanos, ya que los capataces blancos temían que en aquellas músicas tan exóticas existieran códigos o mensajes ocultos que se pudieran transmitir de plantación en plantación. Al eliminar la percusión, pensaron, eliminarían también la comunicación y el sentimiento de comunidad de sus esclavos.
Así que la Juba, un baile que consistía en percutir zonas del cuerpo (cara, brazos, pecho) y zapatear los pies enérgicamente contra el suelo, comenzó a usarse como liberación y evasión de las largas jornadas de trabajo en las plantaciones de Carolina. Poco después, se utilizó entre varios grupos de inmigrantes de clase obrera. Tal fue su fama que se llegaron a organizar batallas de improvisación de Claqué, ya que para entonces ambos bailes habían dado lugar a una de las disciplinas más enérgicas de la danza contemporánea.
¿Pero en qué momento se inventó el zapato de Claqué? Mientras que los esclavos afroamericanos bailaban descalzos desde los barcos que los llevaron a Estados Unidos, los inmigrantes que bailaban para retarse entre sí encontraron nuevas formas de añadir más sonoridad a la percusión de sus extremidades. Llegaron a incrustar monedas o la parte superior de los clavos de metal con martillos en las suelas de los zapatos.
Alrededor de 1930 esta danza saltó de los barrios marginales a la gran pantalla, terminando así de popularizarse por su aparición en producciones de Hollywood lideradas por figuras como Ginger Rogers, Fred Astaire y Gene Kelly. Todos ellos con un talento y exigencia fuera de lo común en el escenario.
A día de hoy se desconoce quién llegó a incluir los remaches de metal con los que conocemos a estos zapatos. Lo que sí tenemos claro es que probablemente fuese alguien de origen humilde, racializado incluso, quien tuviera la brillante idea de ir más allá y convertir un calzado diario de 1910 en todo un instrumento musical. Quizá sea mejor desconocer el o la autora de este calzado, ya que el origen del Claqué en sí mismo es, y debería seguir siendo, el modo de expresión de las clases más humildes.
Así que si cualquier día estrenas unos zapatos y se te ha pasado por completo encargar en la zapatería una tapa más discreta, piensa por un momento en las ventajas de esta percusión. Puede ser un día divertido, pero ¡cuidado con el suelo mojado!
También puedes encontrar nuestra selección de calzado en la web de la tienda. ¡Te garantizamos que nuestras suelas son discretas y seguras! ¡A no ser que les claves una tachuela!